Yo río Renaico
Mi nacimiento se produce en la Cordillera de Pemehue, una cadena de montañas a los pies de la Cordillera de los Andes. Allí las aguas de deshielos y lluvias fluyen con fuerza entre los pliegues de estos macizos y forman mi cuerpo, el cual avanza entre los árboles, cuevas, flores y piedras de la ribera. Me reciben araucarias, algunos cipreses y coigües, quienes están cansados y débiles, sus raíces tienen poca fuerza para filtrar el sedimento del agua y mantener la humedad del suelo. Muchos árboles nativos han desaparecido y con ello, la capacidad de la comunidad de mantener el suelo fértil. Mi agua es bebida por vizcachas de montaña, por pumas, por cóndores y pudúes, animales cuya población también ha mermado porque ya no encuentran frutos, hongos u otros organismos para comer. Lo mismo ocurre con nuestros colaboradores humanos: Muchos debieron partir, pero algunos resisten y siguen bebiendo de la misma agua que sus ancestros.
Mi caudal fluye luego entre amplias plantaciones de pinos y eucaliptos, sus raíces siempre tienen mucha sed. A consecuencia de su demanda, mi flujo de agua disminuye aquí drásticamente, el suelo pierde la humedad y este se vuelve una arcilla roja y dura. Esta transformación de mi corriente afecta al movimiento y la nutrición de los peces más sensibles, como los bagrecitos, los pejerreyes y las carmelitas.
Una parte de mi caudal restante se multiplica en quebradas y vertientes a través de los valles, las que dan vida a numerosos vegetales que son consumidos en lejanas tierras del norte. Antes de unirme al río Vergara y a pesar de mi cansado y débil cauce, todavía puedo ofrecer refresco durante los veranos en el balneario de Renaico.