Los balseros del río Renaico: 1920-1960
por Leonardo Albornoz B. Profesor de Estado en Historia, Geografía y Educación Cívica
Entre los años 1920-1966, en la Reserva Nacional Malleco se comenzó a explotar mucha madera. Esto por medio de concesiones territoriales que entrega el Estado a particulares para la extracción de especies nativas de alto valor comercial, como el coigüe, el roble y el raulí. El Estado se quedaba con el 30% de las ganancias, mientras los particulares se quedaban con el 70%; el gran negocio que se estaba generando atrajo a familias de diferentes puntos del país para vivir y trabajar en las diferentes concesiones entregadas en el sector.
Las localidades más cercanas a Collipulli enviaban madera en caravanas para ser transportadas en tren al llegar a la ciudad. Pero entre los puntos más alejados se encontraba la reserva Malleco, donde se concentraban los aserraderos. Las rutas eran complicadas y estaban a menudo en muy mal estado, sobre todo durante el invierno. En ese contexto es en el que se comenzó a usar el río Renaico para movilizar la madera mediante un ingenioso sistema de balsas.
Los balseros del río Renaico son las personas que transportaban madera aserrada por el caudal hacia distintos puntos, siendo el más importante Concepción. Algunos viajes solo llegaban hasta la ciudad de Renaico, en donde la madera era a su vez cargada en tren.
Los viajes se realizaban desde las primeras lluvias de mayo hasta los meses de septiembre y octubre. La cantidad de madera transportada se hallaba entre las 400 a 700 pulgadas por viaje, y todo dependía de la pericia del balsero en llevar más o menos madera en cada ocasión. Los balseros salían en caravanas por el río. Ya llegando a aguas más amplias, como las del río Biobío, procedían a unir varias balsas para hacer más estable la travesía hacia la ciudad de Concepción.
Los viajes duraban entre 12 y 15 días, dependiendo del caudal y la cantidad de madera movilizada. Cuando el tiempo era muy malo, los balseros se veían obligados a atracar en alguna orilla y pasar días y noches de lluvia o nieve bajo los techos de improvisadas “ranchas”, refugios muy sencillos: tablas apoyadas sobre un tronco. Las ranchas eran elaboradas con tablones extraídos de las mismas balsas.
Era un trabajo sacrificado y peligroso en todo momento, mucha gente se accidentó o murió en las aguas del Renaico, incluso gente que no sabía nadar trabajaba de balsero, usando una cuerda amarrada para poder regresar en caso de una caída.
Cuando llegaban a destino la madera era contabilizada y pagada, los balseros retornaban hasta Mulchén o Collipulli en tren. Llevaban su alambre como único material de construcción, para luego caminar hasta la reserva. Ahí, con la misma madera que transportaban, habrían de construir otra balsa y comenzar un nuevo viaje.
La decadencia del uso de las balsas se da con la llegada de camiones más modernos y de mayor capacidad que fueron sustituyendo a los viajes en balsa en el río. Quienes habían sido balseros, cambiaron de actividad y comenzaron a trabajar en los aserraderos y otras faenas madereras, además de la construcción de caminos y puentes.